La dignidad de la casa

No es fácil homenajear una casa. O devolverle su dignidad. Y  mucho menos si esa casa es LA CASA por excelencia. Probablemente ni tiene las mejores condiciones constructivas, ni el entorno para la captación solar es el más adecuado, ni sus materiales los más saludables, pero si en algún momento tuviera que decantarme por alguna de las casas que he vivido o transitado, tendría que elegirla a ella. Porque es la primera CASA con todas sus letras que recuerdo, porque sigue siendo la CASA que nos recibe en cada celebración familiar, porque vio nacer a mi madre, tías y tíos, y porque forma parte de la nostalgia familiar.

Y desde enero de este 2018  está poco a poco recuperando su porte, su color, su habitabilidad.

IMG-20180727-WA0005

Una casa para ser vivida. Blanca y azul

Ubicada en una plaza del barrio alto de la villa de Cervera del Río Alhama, es una casa de escueta fachada, humilde mirador, interminables escaleras, alcobas y huequecillos. Es una casa humilde, construida junto a lo que otrora fuera la pescadería del Feliciano y que según dicen las malas lenguas ha condicionado las humedades en La Tienda. La Casa acogió durante años en su planta calle a La Tienda del Pedro y la Milagrosa (mis abuelos), una de esas tiendas que hoy en día escasean, que siempre está disponible; que lo mismo te vende unos zapatos, unas pilas, un kilo de alubias o unos huesos de jamón, y que hoy funciona como txoko familiar, con cocina reformada y almacén para trastos y baño.

Pero en La Tienda olía a humedad. Se ha inundado varias veces en los últimos años, con lo que los viejos revocos interiores de yeso estaban desbordados de tanta agua, saturados por la humedad ambiental y en claro riesgo de deterioro. Había un humidificador funcionando con mucha más frecuencia de lo que se desearía en un entorno sano. La acústica tampoco es excelente, cuando entre veinte y treinta personas se sientan a la mesa a discutir los pormenores de una jornada festiva. Tiene muros de carga de relleno cerámico – esa especie de tapial de relleno pobre, con partes de piedra cogida con barro o con cal, partes de relleno de cascotes o de tapia de yeso y forjados de rollizo de madera, cubiertos con falso techo de cañizo y yeso.

Los suelos de la casa son diversos, desde baldosas hidráulicas en zonas a barro cocido o terrazo en otras. Las puertas chirrían. Y diría más, no creo que haya dos puertas iguales en toda la casa. Las ventanas no ajustaban, y algunas hasta habían perdido el cristal en su ardua lucha por la supervivencia. La casa era bien fresca en verano, pero heladora en invierno. Y las mantas siempre han pesado tanto, que estaba lejos el confort nocturno.

IMG_20180708_135612

Bajo los falsos techos de madera se escondían rollizos de madera

Tiene tantas habitaciones y plantas que podríamos todos alojarnos allí, aunque por tener poca fachada, son pocas las estancias luminosas o consideradas habitables, y muchas sus alcobas. Sus múltiples recovecos esconden tesoros todavía por descubrir. Y además tiene un ama de llaves, que durante años vagó sigilosa entre ellos, añadiendo magia y misterio a sus recuerdos. Hasta tiene una escalera escondida, tapiada tras unos cuantos escalones, que conducía misteriosa a saber qué escondrijos.

IMG_20180708_135209

El cuarto de las muchachas escondía unas escaleras a «ninguna parte»

LA CASA no es un diamante en bruto, pero sí es digna de su recuperación y legado. La casa sobrevivía, a pesar de humedades, un tejado maltrecho, y condiciones constructivas a medio gas. La casa estaba medio deshabitada desde que la tía Fina fuera a vivir a la residencia. Pero LA CASA está viva y acaba de recuperar su dignidad. Acaba de pasar por un proceso de lavado intenso de cara, que ha permitido mantener su esencia, con mayor confort, con calefacción, nuevos baños, nuevas pinturas, nuevas ventanas, nuevos espacios, nuevos escondrijos… Y ha quedado, preciosa.

Ahora tendremos que re-aprender a habitarla…

 

3 comentarios en “La dignidad de la casa

Deja un comentario